miércoles, 3 de noviembre de 2010

Hecho a mano



En el blog de Antón Castro nos hemos encontrado con este texto que Nesquens ha redactado como "introducción" a la exposición de ilustradores aragoneses que se puede visitar hasta el 13 de noviembre en la Biblioteca de Aragón (Zaragoza).

Sin más preámbulos, les dejamos con el texto.

***

“Sólo lo difícil es estimulante”, José Lezama Lima.

“Es preciso inspeccionar el sitio, rumiarlo, producir un esquema, valorarlo, ponderar su méritos, un bosquejo tras otro, dejar de lado lo insatisfecho, forcejear con él, incubar nuevos planes, consultar otros, sudar… hasta que la solución emerge de entre un montón de alternativas”, Jörg Schlaich, ingeniero estructural alemán.

Sinceramente desconocía lo cerca que discurren las disciplinas de diseñar puentes y la de ilustrar textos.

Hace algunos años escribí un libro (todavía está en los estantes de las librerías) en el que reunía varios relatos sobre bichos. Ya saben: un bestiario. Abrías las páginas y aparecían que si pájaros de alas bicolores, que si mamíferos de colas peludas, que si reptiles terrestres que desaparecen al atardecer, que si animales que viven en el bosque, o en la selva tropical, o debajo de un puente diseñado bajo la pureza estricta de la celosía Warren. El libro era de muchas páginas, así que me tomé la licencia de inventarme alguna nueva especie en el reino animal. El Ilustrador era una de aquellas insólitas especies que poblaban las páginas del bestiario.

No recuerdo exactamente lo que escribí sobre ese bicho inédito, pero algo así como: El ilustrador respira por los pulmones, incluso a fin de mes. Tiene forma humana y puede ser macho o hembra. El ilustrador macho se diferencia de la hembra por la última letra del sustantivo que les designa semánticamente, por los pelos, y por las manchas: no hay más que verle las manos llenas de salpicaduras de tinta. Si ese día el Ilustrador lleva guantes fíjese en el bigote, o en la barba, o en el sombrero de fieltro de ala corta.

Por desgracia, mi memoria es corta, como el ala del pájaro sombrero, y no recuerdo muy bien qué más escribí. Tal vez que al Ilustrador –ya sea macho o hembra- le gusta hacer su nido en unifamiliares con un pequeño jardín en el que plantar tomates cherry, o pimientos boney-m, pero como el sueldo es el que es, se tiene que conformar con hacer su nido a base de ramas que va entrelazando con una habilidad que ni el mismísimo pájaro tejedor.

Seguro que escribí que su “adversario” por antonomasia, o por Antonio Masia, es el editor. Ya saben: ese sujeto de pompa festiva, feudal, que viste de negro y que se encarga de contratar sus servicios a coste reducido; esa persona que se suele marchar de vacaciones mientras que el ilustrador se queda en su nido, avanzando en las ilustraciones que tiene que estar terminadas antes del día 20.

Igual incluso anoté que el ilustrador es un buen delantero y sabe ganar la espalda de los textos que recibe del escritor, dejando a éste con un palmo de narices. Hago memoria y creo recordar que reivindicaba un día mundial para la protección del Ilustrador. No me pregunten si señalé un mes concreto. Ah, sí: y que el ilustrador más que dar respuestas lo que hace es despejar dudas.

Muy pronto se va a celebrar el décimo aniversario de ese bestiario. En esta (casi) decena de años he tenido la suerte de conocer a bastantes de estos creadores. He tratado con ilustradores/as altos/as, bajos/as, gordos/as, flacos/as, morenos, rubias, narigones, rigurosos, disciplinadas, lentos, rápidas, desgarbados, atrevidas, laberínticos, geométricas, reflexivos, trasgresoras, continuistas, de exquisita mirada, de respiración contenida, de estilo definido, de trazo limpio, de formas despojadas, cómplices, solemnes, detallistas… Todos orgullosos de su trabajo.

Salgo de estas líneas. Cierro los ojos. Ya no veo las sílabas. Se va desplegando en mi imaginación lo que no está dicho con palabras, lo que está representado con imágenes, lo que usted va a contemplar aquí. A menos de dos pasos. Uno y dos. Chocolate inglés.

DANIEL NESQUENS

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