viernes, 8 de junio de 2012

Filomeno Prado, el hombre del traje gris

Para el que no me conozca todavía os diré que soy Filomeno Prado, bibliotecario. En mí ordenada vida he intentado no dar lugar a los imprevistos. Pero todo cambió el día, que recibí desde el pueblo, esa carta en la que se me anunciaba que era el único heredero de la casa de mí tía Eustaquia, a la cual apenas conocí.

Como siempre puntual, subí a aquel tren que me recordó a las viejas fotografías en blanco y negro de mis abuelos. Siete horas de viaje me esperaban hasta llegar a ese pueblo perdido. Todo marchaba según mis planes, hasta que llegó mí voluminosa compañera de asiento con su legión de críos gritones, a los que trataba de apaciguar con alaridos electrizantes.

Decidí cambiar de vagón más que nada por los mocos que, discretamente, adherían los niños en las horribles cortinas, probablemente en tiempos fueron de color azul. Me senté junto aquel joven que parecía el acompañante perfecto. Hablamos sobre los dibujos japoneses, pero poco a poco fui dándome cuenta que mi acompañante de viaje era un friki, sobre todo cuando sacó de su bolsa multitud de figuras niponas, cambiando su voz me invitó a jugar.

Para salir de tan embarazosa situación y dada la larga duración del viaje me dirigí al restaurante para comer algo. La opción más segura parecía el bocadillo de jamón, pero mi compañero de mesa me alertó sobre su contenido oculto ¿sería adivino? Allí estaba, en el centro del pan, un fabuloso ejemplar de mosca hispánica. Aquel señor, aunque algo de pueblo me ayudó a soportar el resto del trayecto. Empezó a atardecer y los últimos rayos de sol dieron paso a la tormenta, llovía a cántaros. Llegó mi parada y bajé del tren. Como mi suerte no cambiaba, nada más bajar puse mi pie en el charco más grande del apeadero; con lo cual, mi traje gris era ya marrón.

Me esperaba un niño pelirrojo y pecoso, recogí mí equipaje y marchamos casi de noche por una cuesta llena de barro y agua que corría por todos los lados. Al llegar al cercado de la casa quedé desolado. La tapia del jardín se caía a pedazos, las plantas descuidadas trepaban a sus anchas y la casa, era todo menos lo que tenía que ser. Preferí irme a dormir. La noche fue larga y lluviosa. Cuando salió el Sol ví las cosas de otra manera, la tapia ya no era tan ruinosa, las plantas tenían flores, y la casa ¡bueno! es un poco antigua pero es una casa. Junto a la casa tengo un viñedo que en septiembre me dará mi primer vino.

“¡Ah! Mi traje gris se perdió en la cuesta de barro”.

***

Carlos Jarné Carrera está a punto de terminar sexto de primaria en el CEIP Parque Europa de Utebo, y ha participado en el concurso de relatos de viajes organizado con ocasión del taller de escritura de viajes impartido allí por Daniel Nesquens. Su relato, "Filomeno Prado, el hombre del traje gris", ha ganado el primer premio.

¡¡FELICIDADES CARLOS!!

Y os dejamos con una instantánea de los felices ganadores, Carlos, Elena y Carla, acompañados del hombre de la camiseta gris.


miércoles, 6 de junio de 2012

Mi viaje al pueblo misterioso

Estaba ya en el coche para ir de viaje al Pueblo Misterioso cuando de repente, se me pinchó una rueda. Tuve que pedir ayuda y, como estaba anocheciendo, continué mi camino en la grúa que remolcó mi coche. Cuando llegué me di cuenta de por qué se llamaba así; si alguien deseaba algo, sólo con nombrarlo en voz alta, en cinco segundos lo tenía delante.

Al día siguiente me levanté temprano para aprender las costumbres del lugar. Desayuné con una pareja de jovencillos llamados Emma y Erick, que me explicaron una cosa que me sorprendió. Al parecer, como todo lo que querías lo tenías, no existía el dinero, pues solo con pedir “comida” podías elegir toda la del mundo. Por eso todo era tan alegre y divertido, ni siquiera hacía falta trabajar. Emma me dijo que deseara una casa y así lo hice. Ante mí se alzó una gran vivienda, tal y como yo la había imaginado. Luego hice aparecer muebles y habitaciones. Después visitamos los campos del pueblo, cenamos y nos fuimos a la cama.

Por la mañana vinieron a mi casa y con su coche nos fuimos a ver el bosque más famoso de toda la comarca. Era enorme, muy verde y tenía muchos animales. Lo recorrimos por completo entre pinos y cerezos, atravesando varios puentes de madera en nuestro camino. Por debajo de ellos fluía un río rodeado de olivos. Era increíblemente bonito, pero sin embargo, el bosque respiraba un aire misterioso. Pasamos allí todo el día y después de comer seguimos nuestro recorrido por un gran sendero.

Emma iba por detrás, cosa que me sorprendió, además tenía los ojos rojos y no decía ni una sola palabra. De repente oímos un ruido que nos asustó y después de unos segundos paralizados echamos a correr… ¡los cerezos habían sacado sus raíces del suelo y nos perseguían!. Eran muy rápidos y nos alcanzaban con facilidad. Lo extraño era que pasaban al lado de Emma y no le hacían nada. Me paré y llamé al cerezo que tenía más cerca. Cuando lo tuve delante di un salto enorme, le cogí una cereza y me la comí. El árbol rugió de dolor, volvió a echar raíces y dejó de perseguirnos al igual que los demás. Llegamos a casa rendidos y asustados por lo ocurrido, y nos dormimos muy pronto.

Después de una noche de pesadillas salimos a dar un paseo para calmarnos. Emma aprovechó un instante y se paró a hablar con un señor raro. Erick, que sabía leer los labios, me contó que el extraño había obligado a Emma a usar sus deseos para hacerles cosas malas al resto de niños. Era como si estuviera hipnotizada, por eso tenía los ojos rojos. ¡Y claro, por eso a ella no le habían atacado los cerezos!

Erick y yo fuimos a la biblioteca para investigar. En un libro de historia leímos que no era la primara vez que ese ser extraño atacaba a los niños. Tenía un cristal de cuarzo azul con forma de rombo que utilizaba para hipnotizar a sus víctimas. Teníamos que encontrarle, quitarle el cristal y enviarle a otro lugar para que no hiciera más daño. Así Emma volvería a ser normal y él, sin el cuarzo, no tendría la posibilidad de hacer nada malo. Luego nosotros romperíamos la piedra y todos los hechizos desaparecerían.

Para poner en marcha nuestro plan esperamos a que Emma se fuese de compras. Le colocamos un chip en la camiseta para saber dónde estaba y nos pusimos manos a la obra. Fuimos a casa del extraño señor. Como no estaba pudimos entrar tranquilos. Nos costó un poco, pero al final encontramos el cuarzo en un baúl al lado de su cama. Salimos de la casa con la piedra en la mano justo cuando llegaba el señor. Nos acercamos a él y le enseñamos el cuarzo. Él nos lo intentó quitar pero nosotros dimos un paso hacia atrás y le dijimos que conocíamos lo que estaba haciendo y que acabaríamos con sus malvados planes. Inmediatamente Erick rompió la piedra tirándola al suelo. El extraño dio un grito horrible y, lleno de rabia, se esfumó dejando una nube de humo. Todo había acabado.

Gracias al chip encontramos enseguida a Emma. La vimos en el suelo, y cuando nos acercamos se despertó y nos dio las gracias. Todos los niños hechizados volvían a ser normales. Después de semejante aventura, Erick y Emma decidieron volver conmigo a Utebo para vivir juntos. Aún no lo sabíamos, pero fue el comienzo de nuevas aventuras…

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Elena de la Concepción García está a punto de terminar sexto de primaria en el CEIP Parque Europa de Utebo, y ha participado en el concurso de relatos de viajes organizado con ocasión del taller de escritura de viajes impartido allí por Daniel Nesquens. Su relato, "Mi viaje al pueblo misterioso", ha ganado el segundo premio.

¡¡FELICIDADES ELENA!!

[... y no os perdáis, en breve, el relato ganador del primer premio!]

lunes, 4 de junio de 2012

Viaje a Texas

Os voy a contar el maravilloso e increíble viaje que mi familia y yo hicimos no hace mucho a Fort Worth, que es una ciudad del estado de Texas en Estados Unidos.

La idea de este viaje surgió cuando unos familiares de mi madre estuvieron en mi casa el verano pasado y nos comentaron que ellos vivían en Fort Worth desde hace más de 20 años y que nunca habíamos ido a visitarlos. Así que la idea se fue forjando y todos empezamos a hacer nuestros preparativos.

Lo primero que hicimos fue ir a la Comisaría de Policía, para hacernos los pasaportes, hasta ahora todos los viajes habían sido por Europa y no los necesitábamos. Mi padre se encargó de cambiar los euros por dólares, ya que es la moneda estadounidense y allí nos harían falta. Mi madre con la ayuda de mi hermana y mía, pensamos la ropa que íbamos a llevar. Las maletas no debían ser muy grandes, porque mi padre se pone de los nervios cuando llevamos muchas cosas en los viajes, así que unos cuantos vaqueros, unas camisetas y una cazadora eran la base fundamental de mi maleta.

Por fin llegó el día esperado, allí estábamos los cuatro esperando a que mi tío nos pasase a buscar para llevarnos a la estación del AVE de Zaragoza, que nos llevaría a Madrid desde donde cogeríamos un avión hacia USA.

No sé si habéis montado en el AVE, pero no tiene nada que ver con los trenes que vemos en las películas, es súper moderno, tiene de todo: tele, bar… Todavía estábamos viendo todo lo que el tren tenía, y de repente una voz nos anunciaba que ya habíamos llegado a Madrid… ¡¡qué rapidez!! Ahí estábamos otra vez los cuatro con nuestras maletas, rumbo a la T-4 del Aeropuerto de Barajas. ¡Qué locura de sitio! Gente por todos los lados, filas interminables, maletas, carritos, ruido y altavoces que no callan ni un minuto. ¡Uff! Qué tranquilo se vive en Utebo.

Tras un tiempo de espera, por fin, el altavoz anunció nuestro vuelo, “Pasajeros con destino Dallas del vuelo 892563 acérquense a la puerta de embarque número 3”.

El avión de American Airlines era enorme, todo muy nuevo y muy bonito. Nos tocaron unos asientos en las filas centrales, las butacas eran comodísimas, ¡menos mal!, porque ahí debíamos de pasar las próximas trece horas. Un libro, alguna película y una siesta, fueron mis entretenimientos en el viaje. Tenía unas ganas locas de llegar, primero por la ilusión que me hacía y no menos importante, por el cansancio que llevaba de tan largo viaje.

Después de recoger nuestro equipaje, nos dirigimos hacia la puerta de salida, ahí estaba nuestra prima esperándonos. ¡Qué abrazos, qué besos, cuánta alegría! Por fin habíamos llegado a Fort Worth, ¡cuántos años esperando que alguno de sus numerosos primos fuese a visitarla!

Cargamos las maletas en uno de esos todoterrenos enormes que circulan por Estados Unidos y nos dirigimos hacia su casa. Por el camino fuimos viendo el tipo de ciudad que era y nos fue contando todas las sorpresas que nos tenía reservadas para este viaje: ranchos espectaculares, caballos, espectáculos de rodeo, visitar el estadio de los dallas Cowboys de la NFL,... pero todo esto lo contaré otro día.

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Carla Soler Gómez está a punto de terminar sexto de primaria en el CEIP Parque Europa de Utebo, y ha participado en el concurso de relatos de viajes organizado con ocasión del taller de escritura de viajes impartido allí por Daniel Nesquens. Su relato, "Viaje a Texas", ha ganado el tercer premio.

¡¡FELICIDADES CARLA!!

[... y no os perdáis, en breve, los relatos que ganaron el segundo y el primer premio!]

domingo, 3 de junio de 2012

¡Feria del libro!

Lo de la feria del libro de Madrid se nos pasó por alto.
Y lo de este fin de semana en Zaragoza, también... ¡pero llegamos a tiempo!
Nesquens estará firmando también el próximo viernes 8 de junio por la tarde en la caseta de la librería París.

O, al menos, eso dicen por aquí...